Una pequeña ventana de oportunidad


Una pequeña ventana de oportunidad

Una pequeña ventana de oportunidad

Martín Redrado
Director de Fundación Capital


Nuestro país contará con una ventana de oportunidad muy pequeña a partir del 10 de diciembre, para plantear un programa económico-social para la estabilización y el crecimiento. Sólo así Argentina finalmente logrará reducir la inflación e iniciar una etapa de crecimiento sostenido. El gobierno que emerja de las próximas elecciones deberá encarar un plan de estabilización que abarque a toda la política macroeconómica. Esto se alcanzará a través de la convergencia hacia un mismo objetivo nominal en la política fiscal, monetaria y de ingresos, que deberán mostrar un sendero decreciente, simultáneo y compatible entre sí, balizando el camino y permitiendo “anclar” las expectativas de la población. La coordinación es esencial, ya que este esquema debe involucrar a todas las áreas competentes: Hacienda, Finanzas, Trabajo, Energía, Transporte y el Banco Central, bajo la coordinación de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Cada uno deberá informar en forma trimestral acerca del cumplimiento de lo establecido y, si existieran desvíos, tendrán que plantear al Congreso Nacional las correcciones necesarias. De esta forma, el compromiso es efectivo por parte de todo el gobierno, junto con un mecanismo legislativo de rendición de cuentas. Una vez generado este esquema de trabajo, será necesario comprometer al sector privado hacia la misma nominalidad. Para poner en marcha el plan de crecimiento, es clave invertir, innovar y exportar. Es hora de hablar de soluciones y dejar de dar diagnósticos. De este modo, es preciso potenciar las principales variables de la economía: deben expandirse el consumo, las exportaciones y la inversión, todo en conjunto. El plan debe contar con tres ejes claves: una modernización tributaria que simplifique y reduzca la presión tributaria sobre las familias y las empresas, una reingeniería y desburocratización del sector público con la incorporación de inteligencia artificial para mejorar la gestión y una revolución exportadora que proyecte nuestra producción hacia el mundo. En particular, debe generarse verdadera revolución exportadora para generar dólares genuinos. Se deberá encarar una política muy práctica, país por país, producto por producto, mercado por mercado. Asimismo, este programa económico debe trabajar en acciones y políticas para atraer inversiones, generando incentivos fiscales y crediticios que permitan iniciar un proceso de innovación liderado por la investigación y desarrollo de nuevos productos. Llevar adelante estas iniciativas requerirá apoyos mayoritarios de un amplio espectro político que muestre que este es un proyecto del país y no de una facción en particular. Asimismo, se deberá pasar de un programa de emergencia con el FMI a uno de facilidades ampliadas con un horizonte y estímulos que privilegien el equilibrio presupuestario, pero con la creatividad para generar incentivos que impulsen un crecimiento armónico y sustentable. En efecto, es necesario salir de los programas de emergencia económica, a la que nos condujo la visión de compartimientos estancos. En nuestro escenario base de Fundación Capital, al que le asignamos una probabilidad de ocurrencia del 60%, proyectamos una caída en el producto del 1,6% anual para este año, con un consumo contrayéndose un 3,8% i.a. y la inversión un 12,1% i.a.. Por su parte, el tipo de cambio se ubicaría en diciembre en torno a los $ 54, mientras la inflación finalizaría el año en 40,7% i.a.. Aún más, hacia 2020 será necesario acudir a los mercados voluntarios de deuda. Las necesidades de financiamiento alcanzan los u$s 28.400 millones (neta de sector público y letras de corto plazo), mientras las fuentes podrían sumar unos u$s 9.700 millones (remanente FMI y saldo caja). Así, será preciso colocar en los mercados aproximadamente unos U$S 19.000 millones, donde sólo el 50% de los vencimientos de capital e intereses son en moneda extranjera. Es decir, es una situación manejable, pero que hay que saber manejarla. En definitiva, para poder avanzar será necesario dejar atrás la emergencia económica y plantear un enfoque de equilibrio general. Sólo con un programa económico-social de convergencia y coordinación de las variables macro que conduce el gobierno, sumado a reformas y estímulos que modernicen nuestra estructura productiva, Argentina encontrará una senda de reducción de la tasa de inflación e iniciará un proceso de crecimiento inclusivo.

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